Tiene la frescura y la espontaneidad características de cualquier adolescente. Mueve las manos constantemente, revolea los ojos de un lado a otro, habla sin pausa y con pasión de lo que le gusta y lo que no. Sus palabras están cargadas de sueños, de ganas de modificar cosas, de crecer de golpe. Kiara Alves tiene 13 años, vive en el barrio Goes en Montevideo y cursa primer año de liceo. Vive junto a su mamá, su padrastro y cinco de sus seis hermanos, en una casa muy cerca del Proyecto Gurisaes de la Obra Don Orione, a donde va cada tarde.
Kiara se levanta muy temprano para llegar en hora a las clases del liceo que empiezan a las 7.30 de la mañana. Asegura que le gusta mucho ir y que no le costó prácticamente nada adaptarse al sistema de varios profesores y asignaturas, muy diferente al de la escuela. De hecho, en su carné de calificaciones no figuran números en rojo. “Por suerte no tengo ninguna baja. Me gusta estudiar, no me cuesta por ahora”, confiesa.
Algunos de los hermanos adolescentes de Kiara abandonaron la educación formal y otros optaron por comenzar a trabajar sin haber terminado el liceo. Sin embargo, ella sueña con ser abogada. Dice que es para evitar que su papá les quite la casa donde vive con su familia. “Voy a pelear para que no se quede en esta casa donde vivimos con mi mamá”, explica y en su voz aparece una determinación que no había demostrado hasta entonces.
Los fines de semana transcurren entre partidos de fútbol, la matiné (discoteca apta para menores de edad) y Lucas, su novio desde hace unos meses. Kiara juega al fútbol en el club del barrio y sostiene que es “la que hace goles” porque su posición es de delantera. Entre semana, después de ir al liceo, ayuda a Blanca, una señora mayor que vive cerca de su casa. “Le hago los mandados y es como una abuela para mí. Me cuida. Siempre me pregunta si merendé. Si le digo que no, me prepara comida y me dice que me siente en la mesa y coma”, cuenta.
“Creo que si no viniese a Gurisaes me aburriría mucho. Me encanta venir y tengo algo para hacer todos los días después de las seis de la tarde. Mis amigas del liceo también quieren venir porque ven que me va bien en las materias y me preguntan cómo hago para que me vaya tan bien. El otro día tenía escrito de Historia y vine a estudiar acá. Me explicaron cosas que no entendía y me saqué 10”, dice orgullosa. Además de la ayuda que recibe por parte de los profesores, Kiara valora que en Gurisaes le enseñen otras cosas: “Me enseñan sobre los derechos que tengo como persona, a respetar a los demás. Antes si me decían algo que no me gustaba me enojaba mucho. Ahora no, no me importa lo que me digan porque sé lo que soy y lo que no”.