Recuerdo claramente el día en que recibí en Miami el primer sobre de ReachingU explicando quiénes eran y pidiendo una donación. Viviendo aquí desde el año 2000, ya era consciente y participaba de esta gran tradición norteamericana del “fundraising” a nivel popular, donde es común elegir varias obras de beneficencia, fundaciones o instituciones de todo tipo a las cuales apoyar anualmente. La cantidad es generalmente pequeña, pero eso permite colaborar con muchas y es muy fácil hacerlo por correo, por teléfono, online y todo es deducible de impuestos. Desde tus bomberos y escuelas locales, hospitales infantiles, asociaciones de lucha contra diversas enfermedades, refugios de animales, hasta Doctores sin Fronteras o la Cruz Roja. La lista se extiende mucho más allá de la contribución a tu iglesia, lo común en todos los países en los que habíamos vivido hasta entonces.
Encontré la idea de poder ayudar de la misma forma, a la distancia, a miles de niños uruguayos en situaciones de vulnerabilidad simplemente genial. Al poco tiempo se formó en Miami un grupo de voluntarios y me pidieron ayuda en empezar a organizar eventos de recaudación, que fueron muy modestos al principio aunque nos brindaban una gran satisfacción.
Con el correr de los años al crecer el número de uruguayos viniendo a vivir aquí el grupo aumentó, con gente aportando nuevos talentos y negocios y los eventos fueron creciendo también en tamaño y sofisticación.
Conocer y trabajar junto a estos voluntarios me ha permitido hacer lindas y duraderas amistades. Es fundamental también para mí la transparencia y responsabilidad de los teams que manejan los fondos y proyectos en Montevideo. Muchos familiares allí también se han incorporado a ReachingU por lo que tengo conocimiento de primera mano del trabajo duro de todos, el impacto de la implementación de los programas y su seguimiento. Estoy absolutamente de acuerdo además con la decisión de ReachingU de enfocarse exclusivamente en proyectos relacionados con la educación a todo nivel, encuentro esa priorización fundamental para el país, dándole además coherencia al propósito a la fundación.
Tengo lindísimos recuerdos de todos los eventos en los que he participado aquí como voluntaria: cocktails, conferencias, el clásico torneo de golf anual. Y aunque la cena en el nuevo Atchugarry Art Center el año pasado -con la colaboración de muchos profesionales- fue espectacular, recuerdo con cariño uno de los primeros: una pequeña cena en 2012 en el Key Biscayne Beach Club, con el Padre Gonzalo Aemilius (del Liceo Jubilar en aquel entonces) como invitado especial. Éramos pocos y tuvimos que comprar, recoger, instalar, decorar, servir y limpiar todo nosotros mismos. Ver a mi hija ocupándose del chequeo de invitados a la entrada, a mi hijo y su mejor amigo a cargo del bar toda la noche, el divino atardecer en la playa mientras Gonzalo nos magnetizaba a todos con su presentación fue algo verdaderamente especial.